Otoño


La preferida.
En ella 
encuentro lo mejor de mi.
La nostalgia la caracteriza, pero la brisa otoñal renueva mis expectativas, mis pensamientos, mi energía.
Representa la etapa previa a un momento lleno de nuevos comienzos, de nuevos sueños.
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Y culmina este desparpajo de emociones cuando caen esas gotas cristalinas que limpian la naturaleza y el interior, sin notarlo si quiera.

Por esto adoro el otoño.
Creo que saca lo mejor de cada uno, aunque no sea fácil de percibir.
Pero... ¿cómo percibir lo mejor de nosotros?
Terrenalmente el individuo es introvertido inconsciente de serlo. Es casi imposible conocer a alguien con la absoluta certeza de que ese es su verdadero ser; porque incluso el más transparente de los sujetos, experimenta cambios íntimos que lleva tiempo descubrir.
Opino que cruzamos este mundo de manera individual pero para compartir con otros nuestra existencia y con ella, una serie de aprendizajes que nos ayudan a evolucionar como un todo. Pero no tenemos un futuro estructurado y ésta situación suele generar inseguridades, miedos y extensas preguntas sin respuestas o con miles de ellas. 
Me siento afortunada de que existan dudas y cambios en la forma de ver lo que me rodea. Gracias a eso puedo entender mejor el por qué de mi presencia en este lugar. 
Considero que el desorden de la vida provee una especie de armonía en la profundidad del ser. Cuando las cosas no salen según lo esperado, nuestro instinto lucha por no desmoronarse, nos hace más valientes y de esta manera, somos capaces de formarnos ante cada paso erróneo, ante cada dolor que nos erosiona alguna partecita de nuestro interior.
Un pequeño agujerito en el corazón está marcando algo que debemos aprender, si dejamos que ese agujerito crezca es por que tardamos en ver la realidad, pero sufrir más no significa aprender más... o mejor. Cuando nos estancamos en el dolor no podemos llegar a la siguiente etapa. Vivimos la misma una y otra y otra y otra vez.
Quizá esto sucede por el mismo miedo a lo incierto, miedo de cambios. Pero me pregunto ¿por qué tememos? Si parte del sentido de la vida radica justamente en eso que no sabemos que va a llegar y nos sorprende con su optimismo cuando aparece.
Quizá, esta estación, me recuerda que es momento de comprender que la armonía que no quiero quebrar, también se encuentra en esas cosas inesperadas, desordenadas que, con su noble extravagancia, te ayudan a ser mejor que ayer.

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